Se trata de uno de los múltiples mecanismos que se ponen en marcha tras un incendio, como la evaluación técnica de las afecciones al medio ambiente, la recopilación de daños agrícolas y de cualquier índole, y la canalización de ayudas.
El Cabildo cuenta con embalses estratégicamente situados y, según la situación del fuego y su envergadura, toma el agua de depósitos públicos y privados y, tras la emergencia, la repone a través de cubas.
• Las leyes estatales de Montes y Protección Civil regulan, además, tanto la recogida de agua como la indemnización de daños ocasionados.