El Salobre despide con lluvia las fiestas de Santa Margarita‏.

El Salobre despide las fiestas de Santa Margarita mártir.

La lluvia reinante durante la misa sólo paró durante los cinco minutos de la procesión y los fuegos artificiales.

El pequeño barrio de El Salobre clausuró este domingo sus fiestas populares en honor de Santa Margarita celebrando una misa-procesión al cubierto de la lluvia bajo el cañizo con helechos verdes del bar que sirve de sede a la asociación vecinal. 


La ceremonia religiosa fue cantada por un cuarteto folclórico de Agüimes y oficiada por el párroco de El Tablero, Gregorio Mateos Borrego. A ella asistieron cerca de un centenar de vecinos, destacando entre ellos la presencia de la primera teniente de alcalde y concejala del área de Cultura y Acción Social, Elena Álamo Vega, y de numerosos ediles responsables del gobierno municipal. 

La homilía de Gregorio Mateos, que mentó al Papa Francisco como “la única voz de denuncia que habla con autoridad”, se centró en esta ocasión en una reflexión sobre el verdadero sentido inmaterial y espiritual de la oración y su errática proyección materialista actual.

“¿Qué tenemos que dejar y pedir para ser más fieles?. Ahora desgraciadamente tenemos nuestro corazón puesto en las cosas materiales. Cuanto cambiaría este mundo si en nuestras oraciones pidiéramos a Dios prudencia y sabiduría, como hacía el rey Salomón para su gobierno, y no como pide la gente dinero, fama, prestigio y que le toque la bonoloto... cosas que no dan la felicidad. No sabemos pedir. Las cosas materiales se tienen que arreglar materialmente”, dijo el cura.
“Nuestra sociedad va como va porque estamos poniendo nuestra confianza en el dinero y hemos quitado a Dios de en medio. Tenemos que poner nuestra confianza en Dios o esto no lo arregla ni Dios. Ojalá seamos capaces de cambiar las políticas de mercado desde la prudencia y la sabiduría como pedía el rey Salomón”, señaló Mateos Borrego.

La imagen de la mártir sólo abandonó el cobertizo y salió en procesión cuando la lluvia serena se hizo más débil y casi desapareció. Al ritmo de los redobles de la banda de tambores y cornetas de La Orilla de Sardina, y acompañada por los fieles, el icono de Santa Margarita avanzó unos pasos carretera abajo y, como ya es uso y costumbre, miró hacia El Tablero, para divisar entre las nubes amenazantes la espontanea volatilidad de los fuegos artificiales lanzados en su memoria. La lluvia retornó para mojar lo ya mojado cuando la imagen de la santa volvió a sentirse a cubierto.