Agentes de la Policía Nacional y de la Policía Local de
San Bartolomé de Tirajana colaboran en la detención de una pareja de
ladronzuelos que se dedicaban a dar tirones en distintos puntos de la zona
turística de Playa del Inglés.
Tras
una persecución de película desde Playa del Inglés hasta Vecindario, Agentes de
los cuerpos de la Policía Nacional y de la Policía Local de San Bartolomé de
Tirajana lograron apresar el pasado domingo al mediodía a una pareja de
malhechores que se dedicaban a robar bolsos en la zona turística de Maspalomas utilizando
el sistema de tirones realizados desde un coche en marcha.
Los detenidos,
de 44 y 45 años, son dos varones nacidos y residentes en Las Palmas. Según
confesaron, el coche con el que operaron en distintos puntos de la zona
turística y en el que luego se dieron a la fuga lo habían robado en las
inmediaciones del Parque de San Telmo, en la capital grancanaria, esa misma
mañana, forzando la puerta del piloto y practicándole un puente eléctrico tras
partir el bloqueo de la dirección.
La
señal de alerta sobre los tirones la ofreció la Sala del 091 después de que se
denunciaran los primeros golpes de estos dos rateros en la Avenida de Gran
Canaria, a la altura del complejo de apartamentos Club 25, y también en la
Avenida de Estados Unidos.
La
alerta policial tenía por objetivo controlar todas las salidas de Playa del
Inglés, pero los dos individuos, a bordo del Ford Excort de color vino, lograron
llegar a la GC-500 y emprender la huida en dirección a la capital a toda
velocidad.
La
persecución policial se inició en la zona de El Veril. Una pareja motorizada
que les dio alcance a la altura de la Clínica Roca de San Agustín les pidió que
pararan el coche, pero no hicieron caso, aumentaron la velocidad e incluso
intentaron derribar la moto del agente que les ordenaba parar.
La
persecución con sirenas acústicas y luminosas de la primera patrulla prosiguió
casi en paralelo hasta la zona de Bahía Feliz, donde el coche de los fugitivos
logró perderse de vista. Muy cerca, a la
altura del karting, se sumó a la persecución una segunda patrulla, que les
siguió en una peligrosa carrera en la que los ladrones incluso adelantaron en
curvas y en tramos prohibidos de líneas continuas, obligando a los vehículos
que venían en dirección contraria a apartarse de su ruta y circular por el
arcén.
Los perseguidos
abandonaron la GC-500 en las proximidades del cruce de Aldea Blanca para
incorporarse a la GC-1, donde fueron detenidos a la altura de Pozo Izquierdo,
después de que otra patrulla policial montara un dispositivo para ralentizar el
tráfico rodado con el objetivo de que la persecución no supusiera un peligro
para la seguridad vial y que la propia retención se convirtiera en un tapón que
los dos ladrones no pudieran evitar.
En el
momento de ser detenidos la policía incluso tuvo que reducir por la fuerza a
uno de los ladrones, que aprovechó su gran envergadura para oponer resistencia.
Los
efectos que los cacos habían conseguido ese día con sus tirones de bolsos se
circunscribía sólo a dos teléfonos móviles, unas gafas de sol y dos carteras:
una con una cadena dorada y otra con un billete de 5 euros y otros 21,83 en
monedas.