La primera lección que recibí en la Facultad de Periodismo no fue dentro de la clase, sino en la puerta de la universidad. El mismo día que acudí a matricularme un estudiante con el que había estado hablando en la guagua, me preguntó después de haber confesado que era el primer canario que conocía: “oye, y allí en las islas, hay mucha gente que va a la universidad”. Reconozco que era una pregunta para la que no iba preparado, no me la esperaba. Sabía que me iban a confundir con un latinoamerícano (como le ocurrió al individuo que me hizo esta pregunta), que iban a vacilarme imitando mi forma de hablar diciéndome “yayo, yayo”, o que me iban a preguntar si comía plátanos todos los días.
(Artículo de Juan García Luján en su blog http://juanglujan.wordpress.com/2011/10/04/los-canarios-no-sabeis-hablar/)
Contra esos tópicos iba prevenido, y todo eso ocurrió en los felices años estudiantiles. Pero la pregunta de la universidad me desconcertó tanto que salí con lo primero que se me ocurrió: “Pues mira, la verdad, que es que apenas somos cuatro o cinco, la mayoría de la gente prefiere seguir subida a las palmeras tomando zumo de coco o durmiendo en las plataneras que aguantar el rollo de los profesores cinco años”. Objetivo logrado, el preguntón se vio tan sorprendido con mi respuesta como yo con su pregunta. “Ja, ja, ja, cómo sois los canarios macho”. Por el comentario entendí que se tomó a broma mi respuesta, pero preferí acudir rápido a la secretaría de la facultad a matricularme que averiguar si el hombre estaba sorprendido por nuestro adicción a los cocos y los plátanos o se sentía molesto por el tonito de frase.
Me vino a la mente aquella anécdota después de leer en las redes sociales algunas reacciones al último anuncio de cola cao. En la Península Ibérica no ha sentado nada bien ver a un chiquillo de 10 años, Yahel Peña Suárez, que participa en competiciones internacionales de surf, que protagoniza un anuncio publicitario hablando en canario. Por una vez que los publicistas no han tenido la colonial idea de doblar la voz de un canario, un sector de la sociedad reacciona burlándose de la forma de hablar de Yahel. La cosa llegó al nivel de que se creó una página en facebook con el título: “Cambio tabla de surf por clases de logopedia. Firmado: el niño de cola-cao.” La página en cuestión tiene 1856 seguidores, aunque le han salido más detractores. Está llena de comentarios que critican a su administradora y defienden el habla canaria, en algunos se comete el mismo error que la página, se desprecia a todos los habitantes de la Península Ibérica. Otros comentarios se meten con el pelo rubio de Yahel, no admiten que en las islas puedan nacer rubios. La administradora no ha decidido cerrarla a pesar de las decenas de peticiones en ese sentido, al contrario, se mantiene en su postura y aclara que considera que los canarios tenemos un dialecto muy bonito, pero que no le gusta como habla Yahel.
Las redes sociales como facebook o twitter, son una especie de plazas públicas por donde pasea todo tipo de gente. Antes sólo teníamos las pintadas en las paredes o las cartas al director de los periódicos para conocer lo que piensa la gente o por lo menos un sector de la población. Es prácticamente imposible encontrar una pintada a favor de ETA en una pared de Andalucía, sin embargo durante muchos años vimos el “Gora ETA” en las calles de Euskadi. ¿La mayoría de la población pensaba así? No, pero un sector de los vascos sí. Lo mismo ocurre con esa página de facebook donde 1856 pusieron “me gusta”.
Cuando ocurren estas cosas uno vuelve a anécdotas como la del juez peninsular que le llamó la atención a un testigo en un juicio porque respondió a una pregunta con la expresión “si le digo le miento”. El testigo desconocía que esa expresión no se usaba en el pueblo de origen del magistrado, cuentan que una vez aclarado el entuerto el juez escupió a un subordinado “es que los canarios no sabéis hablar”. En su libro “Sicología del hombre canario” Manuel Alemán habla del complejo del colonizado, del canario que tenía la “conciencia neblinada” por un poder foráneo que le negaba su identidad. Quizá a Alemán le faltó hablar del complejo de superioridad que tienen algunos respecto a los canarios.
Cualquiera que vea el anuncio de Colacao comprobará que Yahel habla bien. Su acento puede extrañar a muchos por la falta de costumbre, pero al chiquillo se le entiende perfectamente. Quizá el presidente de la Generalitat no piense lo mismo. Las palabras de Artur Mas en el Parlamento de Cataluña criticando la forma de hablar de los andaluces y los gallegos provocaron protestas oficiales de los respectivos gobiernos autónomos. En las islas no ha habido una reacción oficial porque buena parte de la clase política vive ajena a las redes sociales. Pero estamos ante un caso de racismo, de complejo de superioridad de una gente que sigue viéndonos subidos en las palmeras tomando zumo de coco y, claro, por eso no hemos tenido tiempo de aprender a hablar bien.