Cerca de un millar de vecinos participaron en la clausura de la XV Feria de la Zafra, que contó con 20 escaparates artesanos
La XV Feria de la Zafra se clausuró este fin de semana en la plaza de El Tablero con la actuación estelar de la Asociación Viejas Solteronas de Fuencaliente (La Palma) y el tradicional baile de taifas que alegraron cinco agrupaciones folclóricas de la zona.
Organizada por el Ayuntamiento con la colaboración del Cabildo Insular de Gran Canaria, en la Feria se congregaron cerca de un millar de vecinos en torno a la veintena de escaparates que se instalaron con muestras de artesanía y gastronomía, y la docena de mesas que se montaron para que las familias pudieran disfrutar de los condumios caseros en una cena amenizada con los sones musicales de Los Parranderos de la Cumbre y de las agrupaciones La Descamisá, Los Maspalomas, La Cucaña y Las Dunas.
Entre los artesanos de la Fedac destacó la presencia del matrimonio conformado por la caladora a granel de mantelería, trajes, camisetas, muñecas y bolsos, Marina Suárez López, y el cestero con más de 50 años de profesión Francisco del Pino Cruz, que consigue las mimbres para todo tipo de ceretas en el Barranco de La Mina, en Las Lagunetas.
También participaron este año en la Feria los palmeros de sombreros, escobas, bolsos, empleitas, corbatas y sobremesas de todo tipo, Ana López Castro y su esposo Jacinto Suárez Vega, quien reconoció que, en el trabajo, “le echo una mano donde ella me deja y no siempre, sino cuando se puede”.
Del casco de Santa Lucía bajó a la Feria uno de los tejedores más joven y prometedor de los artesanos canarios, Ángel Suárez Hernández, hijo de la tejedora e hiladora Pino Hernández Domínguez, que se ausentó del puesto para coger resuello tomándose un café.
En el puesto de estos tejedores: calcetines, polainas, gorros, bufandas, fajines, chalecos, estameñas (chaquetas)… todo de lana de oveja “lavada en la última corrida del Barranco de Las Tirajanas, porque el lavado tradicional de la lana requiere de agua clara que baje y corra libre”. Por eso Ángel Suárez se lamenta de que “ya los barrancos y las acequias están entubados”. Por eso aprovecha cuando llueve, “porque lavar la lana en la pileta no es lo mismo. No queda igual”.
Paso del tiempo
Y entre los artesanos, el tallerista de madera Luis Marrero Robaina, un porteño de La Luz de 83 años que emigró a Venezuela con 25 “cansado de pasar hambre y miseria con la guerra”. Haciendo sogas y vendiéndolas en La Cicer reunió las 6.000 pesetas con las que compró el pasaje para viajar. “Me hice rico. Conseguí una fortuna con una ferretería y una tornillería que monté en lo que después se convirtió en una zona industrial”, pero en Venezuela casi lo matan. En el año 2003 cuatro pistoleros lo asaltaron en su propia casa, lo atacaron y lo dejaron por muerto, y el mismo año asaltaron el banco en el que había depositado después lo que no le habían robado antes y también todo lo que había conseguido tras venderle sus empresas a sus propios trabajadores. En el 2005 regresó para vivir en Castillo del Romeral, trayéndose consigo los recuerdos de una vida y la llave 2515 de aquella caja fuerte que nunca más vio. En sus grandes manos de dedos grandes se aprecian las grandes callos y cicatrices del paso del tiempo dedicado a los formoles. “Gracias a Dios, por lo menos aún conservo la vida”, dice al tiempo que agradece la escucha y la conversación.
Y un año más participo también en la Feria el cuchillero de la Aldea Blanca, Chano Torres Sánchez, “para servirle a Dios y a quien me dé la gana”, dijo cuando se presentó. En este oficio que alimenta como una afición desde el año 1991 tuvo este cuchillero buenos maestros, a los que buscó con ahínco “para aprender” desde que tenía ocho o nueve años. Su primer referente lo tuvo a esa edad, cuando acompañaba a su padre como guardián de los apartamentos Las Olas y allí vio al primer artesano de naifes y vainas, que “está bien como pasatiempos pero no como oficio que dé para vivir”.
Entre el marroquinero de Maspalomas Antonio Ruiz Martínez; el vidriero Alfonso Campos; el quesero y ganadero de Juan Grande José Manuel Melián López; y la bordadora de Telde Josefa Dolores Peña Galván, con sus talegas, baberos y manteles con hilos y dibujos originales de los años 50 del pasado siglo, las manos en el barro sobre la torneta del alfarero de Sardina del Sur Lucas Calderín Torres, quien se acercó a la Feria acompañado de sus dos chiquillas, la grande y la chica, convertida en un torbellino pese a sus poquitos meses.
Pero la Feria de la Zafra 2012 fue mucho más. Uno de los escaparates con mayor éxito fue el de la muestra gastronómica defendida, entre otras mujeres, por la cocinera María Antonia Guerra ‘la tirajanera’, con sus calderos de potaje de colinos, garbanzada, mojotomate, papas arrugadas, tomatiá, caballa adobada, tortillas, batatas, suero, arroz con leche, frangollo, bollos de anís, pellas de gofio, tortillas de carnaval, croquetas de cherne, batatas y pan de almendras.
En la muestra también participaron las cerca de 30 alumnas de la escuela de manualidades El Botón Azul con Ana María Méndez al frente, y se ofreció una muestra de los juguetes tradicionales que elabora Juanito Vega, como coches, tractores y camiones de verguillas, pelotas de tiras de plataneras y de trapos y medias, caballos de madera, muñecas de trapo.
En la Feria ofrecieron una muestra de sus agarradas los pupilos del Club de Lucha Canaria Faro de Maspalomas, y la Asociación Caminaré de ayuda a los discapacitados del municipio puso a la venta una variada gama de los trabajos que elaboran manualmente los integrantes de este colectivo.